2023 – Jueves I Semana de Cuaresma

«Reconciliación: Somos perdón»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Somos perdón, hermanos y hermanas. Somos perdón. Caminamos juntos hacia la Pascua de Resurrección porque somos hermanos, buena noticia, samaritanos y perdón.

El Miércoles de Ceniza recordábamos que, en este proceso sinodal que avanza, nuestra conversión ha de ser principalmente comunitaria, eclesial. Hemos de convertirnos al camino compartido que Dios nos traza con los hermanos; hemos de convertirnos a la fraternidad de vida cristiana, a la comunión fraterna que conduce a la necesaria fraternidad universal.

Para ello hemos de volver el rostro a Dios, compasivo y misericordioso y, al mismo tiempo, a nuestros hermanos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para caminar a su lado y con ellos en nuestro corazón.

Hemos de hacerlo dispuestos a escuchar como Pueblo la invitación a la conversión. Dios sale a reconciliar a su pueblo con Él; quiere reconciliarnos con Él y con los hermanos.

Por eso, hoy debemos dejar de mirarnos a nosotros mismos en primer lugar y mirar antes a los demás.

¿Han sentido los otros que les trataba como hermanos?

¿Han escuchado quienes me han encontrado la buena noticia de Jesús en mis palabras y obras?

¿Han experimentado la acogida samaritana que pedían o sencillamente necesitaban algunos que me veían desde el borde del camino?

La parábola del Evangelio que hemos escuchado hace un momento nos exhorta a vivir nuestra vida cristiana siendo perdón. Podemos ser hermanos, buena noticia y samaritanos si somos perdón; si somos misericordia.

Jesús nos enseña que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino también el criterio para saber quiénes son verdaderamente sus hijos. Es decir, como hijos de Dios somos misericordia, somos perdón, o no somos hijos y tampoco, por tanto, hermanos. Esto es vivir de misericordia, ser perdón como la expresión más nítida del amor misericordioso del Padre y una exigencia inherente a todo cristiano bautizado. No podemos ser sino perdón.

Eso no significa que no sea difícil perdonar y ser perdón. Pero ser perdón es el modo que Dios nos regala para alcanzar y transmitir paz, reconciliación, fraternidad, buena noticia, cuidado samaritano.

Si somos perdón, superamos todo sentimiento malo hacia el hermano, hacia Dios y hacia nosotros mismos. Si somos perdón, desterramos el rencor, la rabia, la violencia, la venganza, el trato de favoritismo hacia unos y el rechazo hacia otros.

Si somos perdón, alejamos de nosotros el derrotismo, la visión negativa sobre el ser humano y el mundo. Si somos perdón no nos convertimos en profetas de desventuras, ni caemos en la maledicencia, ni en las palabras y las obras inoportunas, y sí damos crédito y transmitimos las buenas noticias que brotan de la buena nueva del Evangelio.

Si somos perdón, dejamos el camino fácil y cómodo para acercarnos a quienes se encuentran en el borde, apaleados, despreciados, deshechos humanos y somos cuidadores de heridos y cuidadores de sanos para que no se vuelvan a herir o a sufrir daños y para no infligirles nosotros ninguno.

Recapacitemos hoy para cambiar y creer en el Evangelio de modo que quienes se encuentren con nosotros nos descubran cada vez más como hijos de Dios, hermanos, buena noticia, samaritanos, perdón y misericordia recibida del Padre.

Amén.