«Alegraos en el Señor al que esperáis con el corazón»
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Queridos hermanos y hermanas, el III Domingo de Adviento, “Domingo gaudete”, siempre nos invita a alegrarnos por la inminente celebración del nacimiento del Hijo de Dios.
Una alegría que, a pesar de nubarrones de dificultades, temores e incertidumbres, se deja sentir porque precisamente celebramos lo que tano necesitamos: la venida del Salvador de la humanidad.
El Dios que se nos muestra en un Niño débil e indefenso, paradójicamente nos fortalece y salva como fortaleció y salvó a santa Lucía.
Así ella descubrió el tesoro más grande en Cristo, su gozo y su plenitud, aunque esto le supusiera un martirio cruel que le permitió dar la vida por Cristo. Santa Lucía nos muestra que lo más importante solo se ve con los ojos del corazón abiertos por el amor infinito de Dios.
Esto es también motivo para que vosotros, hermanos y amigos de la ONCE, experimentéis gozo esperanzado al escuchar al profeta Isaías que van a recibir la buena noticia los que sufren; curación los que tienen los corazones desgarrados y libertad los cautivos. Nos alegramos porque el Señor promete que hará brotar la justicia. Sabemos que Él es fiel y cumple sus promesas. Por eso proclamamos su grandeza y se alegra nuestro espíritu.
Queremos estar siempre alegres, como dice Pablo a los Tesalonicenses. Igualmente, queremos ser cada vez más agradecidos, quedándonos siempre con lo bueno.
Es lo que nos lleva a superar toda visión negativa del espíritu y decidir mirar con los ojos del corazón. Es decir, levantarnos de las postraciones que impiden vivir y amar; limpiarnos de todo temor y sentimiento malo; escuchar las necesidades del prójimo y la voz de Dios.
Esta es la luz que, como Juan Bautista, su testigo, nos ha de iluminar. Luz, cordero de Dios que quita el pecado del mundo, al que Juan señala.
Seamos nosotros también como Juan, voces que gritamos en el desierto, en las periferias y donde sea necesario: “Allanad el camino del Señor”. Seamos testigos de la luz.
Que la Virgen del Camino, Causa de nuestra alegría, y santa Lucía nos continúen mostrando la senda que conduce hasta Jesucristo para encontrar la fuerza y el gozo que vienen de Él y nos sostienen en la vida. Cada uno en su circunstancia personal y todos ahora en el proceso sinodal, que recorremos juntos y debemos hacerlo unidos, como juntos y unidos esperamos y celebramos la venida de Dios nuestro salvador.
Amén.