2023 – Fiesta de la Presentación del Señor

«Caminando en esperanza»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Queridos hermanos y hermanas de la vida consagrada y del resto del pueblo de Dios que peregrina en esta querida diócesis de León.

El Señor nos ha convocado hoy para dar gracias, como pueblo unido, por el don de la vida consagrada que Dios entrega a la Iglesia y al mundo a través de hombres y mujeres que responden a la llamada a una especial consagración por los votos de castidad, pobreza y obediencia con diversos carismas y modos de vida.

Celebrar esta Jornada no es destacar sobre las demás esta forma de vida en la Iglesia, sino acogerla, conocerla mejor, apreciarla más y ayudarla a crecer en relación con las otras formas de vida cristianas en el seno del pueblo de Dios que camina hacia el encuentro personal y comunitario con el Resucitado. Tengamos presente siempre nuestra meta.

Cada uno con su candela, avanzamos juntos en el proceso sinodal en el que está implicada la Iglesia entera y celebramos esta Jornada, libres de cualquier autorreferencialidad, con el lema “Caminando en esperanza” para ofrecer al mundo una armoniosa y coral luminaria.

Jesús, el Hijo de Dios nacido de María, es presentado en el Templo como hombre que ha tomado nuestra carne y sangre para ser compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere y salvarnos. Pasó la prueba del dolor en su pasión y cruz y, con la autoridad del sufrimiento, ahora nos auxilia en nuestro dolor (cf Hb 2, 17-18), siendo la esperanza en la que caminamos y la meta a la que nos dirigimos.

Con paciencia y tesón, como Simeón y Ana, esperamos al Salvador, damos gracias y tomamos en brazos al Dios hecho niño que llena de contenido y profundidad la virtud cristiana más necesaria para quien desea vivir en marcha y volcado hacia el futuro que hemos de construir todos en comunión fraterna.

“Caminando en esperanza” quiere ser el modo de ser y obrar de las personas consagradas a Dios que, en medio del mundo, pero sin mundanidad, son cada día apóstoles y signo del Reino, levadura en la masa.

Pero este “Caminando en esperanza”, en estos momentos de la historia, nos llama a todos los miembros de la Iglesia a ser testigos de esperanza y de sinodalidad en un solo testimonio fuertemente entrelazado.

Por eso, junto a los hermanos y hermanas de la vida consagrada, sintámonos “caminando todos en esperanza”.

Confiando en quien inspira nuestro ser y obrar. Es decir, escuchando al Padre con obediencia amorosa, fijando los ojos en Jesucristo y tendiendo con prontitud nuestras manos, sin miedo, para acoger y realizar la misión a la que el Espíritu Santo nos envía.

Compartiendo lo que somos y tenemos. Con los hermanos o hermanas de casa y con las personas que nos encontramos en la vida cotidiana. Siempre hay fecundidad de vida consagrada y de Iglesia cuando hay entrega generosa.

Haciéndonos pobres hasta llegar siempre a la casa de los pobres, a las periferias que Dios señala con su preferencia salvadora.

Que no nos falte esperanza pues nuestra fe, nuestra consagración bautismal y la especial consagración en castidad, pobreza y obediencia han de llevarnos a ser corresponsables de la novedad de amor que Dios quiera alumbrar en la misión encomendada al pueblo del camino.

Digamos un “amén” humilde y esperanzado con nuestras vidas, manteniendo la mente abierta, el corazón lleno de nombres y las manos prontas para cumplir con los hermanos y las hermanas la voluntad de quien nos ama infinitamente, como demuestra, de un modo particular, en el banquete eucarístico, mesa fraterna e inclusiva del amor, que nos disponemos a celebrar.

Amén.