“Casa comunitaria de la alegría en el Señor”
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Queridos hermanos y hermanas: “¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!” (Sal 122). La casa de Dios, en la que se reúne su pueblo caminante es casa comunitaria de la alegría que viene de él y que compartimos todos los diocesanos y visitantes que quieran participar de nuestra Iglesia abierta.
Así pues, nos encontramos hoy aquí celebrando la alegría de Dios que quiere inundar nuestras vidas cristianas con la fuerza incomparable del Misterio Pascual en la inmediatez de la fiesta de Pentecostés. Nos sobran motivos de alegría en medio de las vicisitudes de nuestra peregrinación fatigosa que mira siempre al gozo eterno con la ayuda de Cristo y de la Virgen que caminan con nosotros todos los días de nuestra vida.
Además, hoy estamos celebrando en la diócesis el encuentro de catequistas. Este precioso ministerio que recibimos para iniciar y acompañar a otros en el camino de la fe anunciando a Cristo vivo y siendo testigos suyos.
Este templo del Señor que, como tantas veces recordamos, es imagen de la Iglesia de piedras vivas que formamos, nos sugiere, por tanto, edificar una Iglesia de hermanos y hermanas que vivamos la fraternidad de la alegría, de la armonía, del perdón, en definitiva, de la comunión. Una Iglesia viva testimonio de Cristo vivo que invita a otros al encuentro con él, porque es un encuentro que nos llena de vida y alegría, al tiempo que nos abre a unas nuevas relaciones con los demás y nos empuja a la unidad con la diversidad de cada bautizado, de cada carisma, de cada ministerio, de cada inspiración del Espíritu Santo que plasmamos en comunidades y obras.
La belleza y el cuidado de nuestra catedral ha de ser imagen de la belleza y el cuidado de nuestra Iglesia diocesana. Belleza por la larga historia de fe, que nos hace agradecer unas raíces cristianas fuertes y sanas. Belleza, en esa historia, por la nube de testigos de la fe que nos preceden, algunos adornados con la santidad y el martirio.
Belleza por la fuerza de quienes hoy peregrinamos en este mundo, tomamos parte en los trabajos del evangelio y nos sentimos unidos con un admirable deseo de caminar juntos y ser y obrar cada vez más en sinodalidad.
Belleza por el futuro que vislumbramos en medio este cambio de época que nos hace mirar por un Iglesia cada vez más auténtica, más fiel a Jesucristo. Belleza porque descubrimos el gozo y llevamos en los corazones la alegría que las piedras de esta casa del Señor tienen y simbólicamente nos regalan para disfrutar cada uno en comunión fraterna, volcados en la evangelización misionera y en la misión samaritana.
Demos gracias a Dios por tanto don y por recibir la alegría que no pasa en su casa, celebrando el Misterio Pascual en el banquete eucarístico.
Amén.