2023 – Centenario HH Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús

Fraternidad y contemplación profética

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Queridas hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús, queridos hermanos. Hoy damos gracias a Dios por el don de Madre Asunción Soler y por vuestra congregación de Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús. El inicio de la celebración de los cien años de vida reúne muchos motivos para dar gracias a Dios por este caminar juntas con vuestro precioso carisma en la Iglesia.

Agradecimiento, en primer lugar, a Dios que ha inspirado a Madre Asunción el don de la contemplación profética que inspira el compromiso con los más pobres desde la tradición Eliana-mariana.

Lo sencillo del mundo, lo pequeño, lo ha escogido Dios para humillar a lo poderoso. Lo que no cuenta o es despreciable a los ojos humanos cuenta y es apreciado por el Señor Jesús que se ha hecho sabiduría, justicia, santificación y redención para los humildes.

Por las sendas de la sencillez, a través de Cristo que es el camino, llegaremos a la meta, al Padre misericordioso que el Hijo nos da a conocer y que Madre Asunción Soler y tantas Carmelitas han conocido y han dado a conocer.

Recordamos en la conmemoración de este centenario sus ojos de mujeres consagradas a Dios, que han sido bienaventurados por lo que han visto. Ojos bienaventurados que las ha llevado a amar al Señor con todo el corazón y con toda el alma, con toda la fuerza, y al prójimo necesitado como a ellas mismas.

Bendita vida y misión la de experimentar y transmitir a Cristo para llegar al Padre por medio de Él, como estamos escuchando en la Palabra de Dios este tiempo de Pascua.

Este centenario es ocasión para agradecer que hemos sido llamados a dar testimonio del amor fraterno y de la salvación de Jesucristo, quien nos mantiene y mantendrá firmes y fieles hasta el final.

Así ha sido durante este tiempo de gracia y así seguirá siendo en el futuro. Hoy que nuestro mundo sigue zarandeado por guerras e incertidumbres, siempre con dolores y sufrimientos que Dios ha conocido haciéndose hombre, nosotros aguardamos esperanzados la alegre y gloriosa venida del Salvador.

Nuestra acción de gracias y nuestra alabanza nos llevan a reconocer el amor de Dios derramado sobre nosotros que nos hace heredar la vida eterna. En vuestra historia el amor de Dios ha estado presente y os ha hecho permanecer en el Señor siguiendo sus inspiraciones.

Nadie nos tiene un amor tan grande como el Señor. Su amor escapa a la comprensión humana y es el que nos invita Él a profesar a nuestros semejantes, especialmente a los más pequeños, como os invitó a hacer Madre Asunción Soler. Es el signo distintivo de los discípulos de Jesús, hermanos en la caridad del Corazón de Jesús, con una fraternidad que abrimos a quien quiera formar parte de ella.

Encomendemos al Sagrado Corazón de Jesús vuestra Congregación, para que continúe vuestra historia robustecida en la fe. Pedimos que, junto a los miembros laicos de vuestra familia, estéis siempre dispuestas a vivir para Dios, buscar su Gloria por encima de todo y hacer presente el amor de Cristo para que su rostro se haga visible a un mundo que tiene sed de Dios, como os dijo Madre Asunción. Aunque eso suponga persecución, como nos avisa el Evangelio de san Juan (cf. Jn 15, 18-21).

Para tener ánimo recordad el testamento de Madre Asunción: «Les ruego hijas: que vayan muy unidas a Dios y a Nuestra Madre Santísima; mucha oración; completo abandono en el Todopoderoso, para cumplir su voluntad».

Así seguiréis contribuyendo a este creciente caminar juntos en toda la Iglesia universal y en la que peregrina en León.

¡Felices 100 años! Que así sea.