«Sigamos construyendo juntos. El Espíritu Santo nos necesita»
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Como hemos escuchado en la primera lectura del libro de los Hechos, los Apóstoles, según la promesa del Señor, recibieron en el día de Pentecostés el Espíritu Santo. Ellos tenían la misión de llevar a plenitud la consagración bautismal por medio del don del Espíritu. Así lo hizo igualmente san Pablo al imponer las manos sobre los que habían sido bautizados, y sobre ellos vino entonces el Espíritu Santo y empezaron a hablar lenguas y profetizar. Los Obispos, como sucesores de los Apóstoles, hemos recibido también esta misión y así, ahora os voy a comunicar el Espíritu Santo a vosotros siete, que en el Bautismo ya renacisteis como hijos de Dios.
En nuestros días la venida del Espíritu Santo no se manifiesta igual que se nos narra o evoca en el Nuevo Testamento, pero la fe nos permite experimentar que este mismo Espíritu de amor se derrama también sobre nosotros y en nosotros actúa siempre. Actúa liberándonos del derrotismo y pesimismo que nos asola. Actúa invitándonos a reconocer el presente como tiempo de gozo y esperanza; por tanto, sin nostalgias ni anhelos desesperantes. Actúa curando heridas del alma. Actúa como memoria del amor de Dios en nuestras vidas, de tal modo que, si se debilita, nos dispongamos a fortalecerlo.
El don del Espíritu Santo que ahora vais a recibir os ayudará a permanecer en el amor de Dios, guardando su Palabra. Haciendo morada en vuestro corazón, os hará más parecidos a Cristo y os robustecerá como miembros más vivos de la Iglesia para cooperar en su vida y misión al servicio de Dios y de la humanidad entera.
Vosotros, que ya fuisteis bautizados en el Espíritu, recibís hoy toda la fuerza del Espíritu Santo, marcándoos en la frente con la gloriosa cruz de Cristo para ser testigos de su muerte y resurrección en vuestra vida cotidiana. Lo que podréis lograr, movidos por su amor, conociendo y adquiriendo sus sentimientos y realizando las mismas obras que Él realiza en favor de cada persona que encuentra, especialmente enfermos y necesitados.
En este tiempo de recuperación de la sinodalidad en la Iglesia, el Espíritu Santo, a través de los dones y de la vocación que cada cual hemos recibido, nos lleva juntos a confesar una misma fe y a construir en comunión fraterna el cuerpo de Cristo, la Iglesia, para realizar la misión evangelizadora y samaritana que Dios nos ha compartido y para la que el Espíritu Santo pide nuestra ayuda.
Procurad, pues, ser siempre miembros vivos de la Iglesia y, llevados por el impulso del Espíritu Santo, esforzaos en ser los servidores de todos los hombres, especialmente de los más pobres —comenzando por quienes no conocen a Jesucristo— a semejanza del Señor, que no vino a ser servido sino a servir.
“Es la hora de todos”. Por tanto, “es vuestra hora”. El Espíritu Santo os necesita y en la Iglesia particular de León contamos con vosotros.