2022 – Solemnidad de la Epifanía

Epifanía: ¡Llega tu Luz!

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Ilmo. Sr. Abad y Cabildo de San Isidoro, Hno. Abad y Cabildo de la Muy Ilustre Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, Sr. Alcalde de León y demás autoridades, queridos hermanas y hermanos todos.

Nos reúne hoy aquí la celebración de la manifestación del Dios hecho hombre a todos los pueblos de la tierra. Nosotros, pueblo que camina en tinieblas, hemos visto una Luz Grande: el Hijo de Dios nacido de mujer, que es la luz que necesita el mundo y que se ofrece a quien esté en búsqueda y se disponga a acogerla abiertamente.

Continuamos experimentando la fragilidad humana. La situación sanitaria nos recuerda la realidad: somos débiles, aunque nos olvidemos de la debilidad muchas veces.

El profeta Isaías nos recuerda que la realidad en la que vivimos no solo contiene mal, sino que está cargada de la esperanza de la salvación: «Las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, y su gloria se verá sobre ti» (Is 60, 2).

Esta esperanza es la que nos pone en pie: «Levántate y resplandece, porque llega tu luz» (Is 60,1).

Isaías anuncia la luz, que es el Verbo encarnado, la vida para los hombres. Esta Luz Grande que disipa las tinieblas de nuestro mundo al ritmo del tiempo de Dios nos invita hoy a una adoración de corazón y a una gratitud por tan espléndido e incomparable don: Jesucristo, luz y vida de la humanidad.

Poca cosa son el oro, el incienso y la mirra, riquezas de todos los pueblos, para ofrecer al rey de reyes, quien es la luz para la humanidad entera como pueblo y para cada persona que quiera aceptarla.

Cobra sentido hoy que los pueblos de la tierra, simbolizados en los reyes magos, caminen buscando el resplandor de la aurora que encontramos en Jesús, acompañado por María y José.

No hay pobreza, dolor, injusticia, miedo, desamor que pueda permanecer para siempre ni alzarse con la victoria definitiva en este mundo. En el Hijo de Dios envuelto en pañales hallamos las mayores riquezas, la justicia, la liberación, el coraje y el amor que necesita el ser humano para caminar hacia el Reino de Dios y llegar a él.

En esta fiesta de la Epifanía, iniciado un proceso sinodal de cambio, la Iglesia quiere recoger y ofrecer la Luz de Dios, la fe en Jesús.

Y, como dice la carta a los efesios, se seguirán agregando hombres y mujeres de acá y de allá, de toda la tierra, al Cuerpo de Cristo, Iglesia pueblo de Dios.

Arraigados en nuestro pasado para apostar por un futuro luminoso, además de orar hoy por el eterno descanso de los reyes y reinas de León, pidamos por nuestros dirigentes para que promuevan un mundo en el que, como dijo el papa Francisco en su mensaje para la jornada de la paz el primer día del año, dialoguemos más mayores y jóvenes, invirtamos en la educación como camino de la paz, del desarrollo humano integral, y luchemos por un trabajo digno y decente para todos.

Llega tu luz. Llega nuestra luz. Más aún, ya ha llegado. «Dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad» (Rom 13,12-13).

Que así sea.