2022 – Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo | Ordenación diaconal Raymon Acosta Dominici

Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo | Ordenación diaconal Raymon Acosta Dominici

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Hermanos, hermanas, hemos venido hoy más alegres que otros días, si cabe,  a la casa del Señor. En esta solemnidad de Cristo Rey del Universo, el titular de tu parroquia de origen, Raymon Acosta Dominici, celebramos el banquete eucarístico, anticipo del Reino de Dios, con la ordenación diaconal de este elegido suyo.

Hoy, Raymon recuerda y reconoce, por la ordenación de diácono que va a recibir en la Iglesia, la misericordia de Dios con él, con su familia, con su comunidad, con sus hermanos de camino, con sus formadores, con sus amigos y compañeros, con todos los diocesanos y con quienes todavía no conoce, pero serán personas amadas por Dios a través de su servicio y misión, especialmente personas pobres.

Raymon, el Señor, Rey del universo, te ha elegido por su infinita bondad, y te concede ahora este ministerio ordenado para ser servidor y testigo, como Esteban, el primer discípulo del Señor mártir. Para dar la vida.

Tú continúas la lista que iniciaron aquellos siete primeros elegidos para el diaconado compartiendo la herencia del pueblo santo en la luz para dar mucho fruto. El Señor, que nos ha sacado del dominio de las tinieblas, te invita hoy a ser testigo de su luz con la libertad discipular para llegar a pastorear una porción de su Pueblo, el nuevo Israel, según su corazón.

Damos gracias al Señor por el don lleno de gozo de tu ordenación diaconal, que es el gozo de los tuyos, de tu familia y hermanos, de cuantos te conocen y, por supuesto, el gozo de nuestra diócesis de León donde con espíritu misionero te incardinas con toda la seriedad y con toda la alegría.

Miramos hoy también al futuro, porque igualmente son partícipes de esta alegría quienes te aguardan, como ya hemos dicho. Algunos habrán recibido el don de la fe y necesitarán sostenerse en él ayudados por la Palabra y los sacramentos. Otros, con fe o sin ella, padecen miserias y esclavitudes, pobrezas destructivas, hijas de la miseria y de la injusticia ni poseen la riqueza de conocer a Cristo. Con ellos y entre ellos, tendrás la oportunidad de sembrar el Reino de Dios, que ya está aquí, para que dé frutos insospechados y muchos, como el buen ladrón, deseen llegar al reino con Jesús.

Camino del reino del Hijo del amor de Dios, síguele por la senda de quien se olvida de sí mismo, muere como Cristo Rey crucificado, y muestra que todo fue creado por y para el Señor.

Así anunciarás que en este mundo crece ya hacia Dios el cuerpo de la familia humana, alumbrando el reino nuevo, «reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz» (cf. GS 39).

El reino que está ya misteriosamente presente en toda la tierra y que tú estás llamado a extender en la Iglesia particular de León. El reino que alcanzará su plenitud cuando vuelva el Señor.

Que tu diaconado, Raymon, te haga misionera y evangélicamente irrefrenable, desplegando tus dones según la gracia de Dios. Que tu entrega ministerial sea generosa y prepare así tu llegada a la siguiente meta: la ordenación presbiteral conservando el ministerio diaconal que no has de perder nunca. Le agradecemos al Señor el regalo de tu diaconado del servicio y la caridad para su pueblo santo.

Profundiza en el don que recibes hoy mirando a Cristo, quien «se ha hecho diácono de todos», como afirmó san Policarpo (cf. San Policarpo, Ad Phil. V,2). Luego ve y haz tú lo mismo: sé «diácono de todos» comenzando por los apaleados al borde del camino, como el buen samaritano.

Oremos, hermanos y hermanas, por Raymon, para que sea un hombre lleno del Espíritu Santo, un servidor del Reino. Encomendemos a Cristo Rey, “diácono de todos”, su ministerio diaconal, para que contribuya a edificar la Iglesia, germen especialísimo del Reino. Orando por Raymon, oramos por todo el pueblo de Dios que camina hacia el horizonte de salvación, en medio de aguas turbulentas que nunca faltarán, con la confianza puesta en quien puede calmar la más impetuosa tempestad.

Señor Jesús, concede a Raymon audacia para servir a los hermanos con amor; predilección por los más humildes; fortaleza de corazón en su vida célibe y constancia para ser colaborador del obispo y de los presbíteros en la proclamación testimonial de Jesucristo, Rey del Universo. Amén.