2022 – Pascua de Resurrección

“Nuestra pascua”

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Es la hora de todos y en esta hora de todos, en este camino de Iglesia sinodal, como santo pueblo fiel de Dios que peregrina en comunión, celebramos la Pascua de Resurrección, Cristo, nuestra Pascua.

Hemos evocado el encuentro de Jesús Resucitado con su Madre, ayer Dolorosa y esta mañana de luz Virgen de la Alegría.

Este encuentro singular, lleno de vida, nos sugiere descubrir nuestra esperanza en el cuerpo del Señor Resucitado, desde nuestra sencillez y pobreza humanas que también aspiran, con paciencia, a la gloria que Él nos ha otorgado.

Es el mensaje que nos comunica Pablo en la carta a los Colosenses: apareceremos gloriosos, juntamente con él, cuando aparezca Cristo, vida nuestra.

Si creemos esto, entonces nos dedicaremos mucho más a buscar los bienes de allá arriba, liberándonos de muchas preocupaciones mundanas que nos impiden avanzar hacia la santidad de los bautizados.

María Magdalena, Pedro y el otro discípulo estaban desconcertados, con dudas y vacilaciones propias de este mundo, como no podía ser de otro modo. Pero al ver la tumba vacía y los lienzos tendidos y el sudario enrollado en un sitio aparte, el otro discípulo cree.

La fe acontece cuando advertimos que el Resucitado está a nuestro lado y se produce el encuentro con él. Entonces se abre el corazón a la comprensión de la Escritura sobre Jesús: había de resucitar de entre los muertos.

No se trata de demostrar la resurrección con las pruebas de una tumba vacía con los lienzos y el sudario cuidadosamente colocados. Se trata de experimentar que Cristo está vivo sintiendo su presencia de amor y vida nueva, que llena de sol el corazón creyente y da sentido a la peregrinación humana camino del reino eterno.

Hermanos y hermanas, hoy, testigos de la Alegría de la Resurrección, envueltos en su luz con los ojos puesto en los bienes del reino, no en los de la tierra, damos testimonio, como Pedro, del Nazareno, muerto en la cruz y resucitado al tercer día.

Fue ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo y pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Esta es la fe que nos llena de vida y nos impulsa a hacer lo mismo que Él hizo —hacer el bien y sanar el mal—, para que todos tengan vida y una vida abundante desde aquí hasta la eternidad.

Esta es la Pascua de Jesús, esta es nuestra Pascua.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

Que así sea. Amén. Amén.