2022 – Natividad del Señor (Misa de Medianoche)

«Alegraos por el Niño que nos ha nacido»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Hermanos, hermanas, alegrémonos con la aparición de la luz de Dios, estrella azul, en medio de la noche de nuestro mundo. No hemos de temer ya las tinieblas, porque una luz grande que anuncia el nacimiento del Salvador, Dios hecho hombre, nos llena de fortaleza y gozo.

La gracia de Dios tiene rostro de niño recién nacido que nos invita a la ternura, a la inocencia, a la transparencia y, por tanto, a renunciar a la impiedad, a la iniquidad y a los deseos y miedos mundanos para dedicarnos enteramente a las buenas obras propias de la gente de paz.

Un nuevo orden ha llegado a la tierra para establecer una paz sin límites fundada en la justicia, la libertad y el amor verdaderos. Ha acontecido suavemente en la serenidad de la noche la mejor noticia en la historia de la humanidad.

Gloria a Dios en los cielos, y paz a los hombres de buena voluntad. Palabras de fiesta y anuncio de buena nueva para la Virgen Madre y José, en primer lugar, pero también para el género humano, en cuyo beneficio María alumbra al Salvador.

Como nos invita a hacer san Agustín, «meditemos con fe, esperanza y caridad estas palabras divinas, este cántico de alabanza a Dios, este gozo angélico, considerado con toda la atención de que seamos capaces. Tal como creemos, esperamos y deseamos, también nosotros seremos «gloria a Dios en las alturas» cuando, una vez resucitado el cuerpo espiritual, seamos llevados al encuentro con Cristo en las nubes, a condición de que ahora, mientras nos hallamos en la tierra, busquemos la paz con buena voluntad» (San Agustín, Sermón 193,1).

Celebremos alegres este anuncio que nos llega y estamos llamados a compartir con convicción después de ir corriendo a adorar al Redentor. Descubramos con gozo que Dios se ha hecho para todos los hombres “justicia, santificación y redención”. No nos cansemos de dar gracias al Señor porque la Verdad ha brotado de la Tierra, que se ha abierto para darnos vida, y la Justicia ha mirado desde el cielo para guardarnos del mal y comunicarnos que todo don, toda gracia procede de Dios.

Como los pastores, vayamos con asombro corriendo al portal para beber en los ríos de alegría que se desbordan con la luz incomparable de aquella noche de Navidad, por el solo hecho de conocer y experimentar que Dios ha tomado en sus manos nuestra situación; ha hecho suya nuestra suerte para hacernos a nosotros partícipes de su poder y su gloria.

Alegraos, hermanos, ha nacido el Salvador. Hoy está con nosotros y siempre estará con nosotros. Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz. Él es nuestra paz para que seamos hombres y mujeres de buena voluntad.

Amén.