2022 – Misa de Envío curso 2022/2023 – XXI Semana de Pastoral

«Testigos de Cristo junto a los ríos de la alegría»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Hermanos, hermanas, amigos todos en el Señor, el curso 2022-2023 nos ofrece nuevos horizontes de Iglesia que debemos saber interpretar y acoger para dejar que el Espíritu obre a través de nosotros y nos vaya transformando.

Es lo que hemos intentado durante esta Semana de Pastoral para que aumente nuestra fe en un cielo nuevo y una tierra nueva y lo que queremos ir anticipando en este “caminar juntos” que es proceso lento, porque es humano, pero seguro porque se fundamenta en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y en la comunión fraterna de la Iglesia.

Nuestro empeño es hacer el bien, desde luego, pero debemos poner cuidado y estar atentos, para que dicho empeño no se desvíe por sendas equivocadas. Si tenemos que sufrir por causa de la justicia, deberemos dar gracias a Dios pues recibimos el don de esta bienaventuranza. Pero, atención, no confundamos este sufrimiento con el que nos ocasionan nuestros errores en el empeño por hacer el bien.

Para que esto no ocurra, el mejor medio es consultar con otros los pareceres y la misión que se nos ha confiado. Consultar no siempre con los mismos o con los que sabemos que piensan igual que nosotros. De cuando en cuando, es bueno compartir con quienes no solemos hacerlo. Pidamos al Espíritu Santo y a nuestros hermanos que nos ayuden a distinguir. Hagamos cotidiano el discernimiento.

Así, concretaremos la profecía de la conversión misionera: haciéndonos conscientes de nuestras pobrezas para liberarnos del apego al propio criterio, a la autorreferencialidad, a la endogamia grupal que nos impide abrirnos a otros y, por tanto, al Espíritu del Señor.

La sinodalidad que debemos recuperar e incrementar en la Iglesia es fruto de la paciencia de Dios y de nuestra constancia y un modo extraordinario de dar explicación, como pueblo profético, de nuestra esperanza y del cielo nuevo y la tierra nueva que anhelamos y necesitamos.

De cualquier modo, aquí estamos —y esta es una noticia estupenda y alegre— respondiendo al Señor para trabajar en su viña desde el amanecer hasta el caer de la tarde; también los que nos hemos incorporado a media mañana, a mediodía o a media tarde.

Lo importante y común a todos es la respuesta a la llamada del Señor Jesús para trabajar en su viña. No nos fijemos en otros detalles, ni por supuesto en la hora a la que ha respondido cada uno; sobre todo al comprobar que percibimos el mismo salario. Alegrémonos de recibir juntos el pago de una vida abundante, con esperanza de ser nueva y eterna. El Dueño de la Viña nos lo ha dado por pura gracia a todos y cada uno sin fijarse más que en nuestra respuesta.

Sin duda hay que alzar la voz para pedir justicia y luchar contra la injusticia. Pero eso lo logramos con mayor acierto cuando nuestra denuncia es para defender a otros, para luchar por otros, para que otros tengan la vida abundante que necesitan y el Señor Jesús quiere regalarles según su incomparable justicia.

Hermanos y amigos, vayamos gozosos a explicar con nuestras existencias cristianas la esperanza, sin entretenernos en muchas palabras: hay un cielo nuevo y una tierra nueva que ya estamos experimentando.

En medio de amarguras y sufrimientos es posible cantar un canto del Señor, si caminamos juntos como pueblo unido y contamos con Dios y con los hermanos y amigos que Él ha llamado para trabajar con nosotros en la parcela de su viña que son las tierras de la diócesis de León.

Vivamos esperanzados y seamos servidores y testigos de Cristo nuestra esperanza junto a los ríos de la alegría.