“La sabiduría de la sencillez”
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Celebramos esta acción de gracias en la memoria litúrgica de santa Teresa del Niño Jesús, doctora de la Iglesia, en quien confluyen los dones de la ley nueva, es decir, la gracia del Espíritu Santo, que se manifiesta en la fe viva que actúa por medio de la caridad.
Igualmente, sor Alfonsa ha podido experimentar a lo largo de su vida monástica benedictina la gracia del Espíritu Santo, manifestada en la fe que impulsa la caridad y va configurando el corazón con el de Jesús durante toda la vida.
En el camino, el Señor le ha evitado temores, como dice el profeta Isaías, pues el amor de Dios la ha envuelto desde el vientre materno sin que nunca le faltara su auxilio sobre ella y sus hermanas en la vida benedictina.
De esta manera, ha podido ir descubriendo cómo realmente el conocimiento de Cristo Jesús colma los anhelos humanos, de tal modo que todo parece pérdida comparado con el tesoro de Jesucristo.
Un tesoro que recibimos en prenda en esta vida y, ya degustado, esperamos gozar plenamente en la vida futura, tomando así fuerzas para la carrera que aún hemos de correr como el apóstol Pablo, san Benito, santa Escolástica, santa Teresa de Liseux o san Juan de Sahagún.
El día de su primera profesión, seguramente sor Alfonsa se sintió amada por el Señor, con quien ya estaba unida, pero alcanzó una unión singular de amor y entrega, de tal forma que pudiera sentirse como desaparecida en el Señor, igual que una gota de agua en el océano, hasta el punto de percibirse ella misma océano, pues el Señor lo hace así con todo su poder.
Este conocimiento y este desposorio místicos con el Señor, como toda la sabiduría divina, están reservados para la gente sencilla y humilde. Aquella que podrá alegrarse al ver su nombre inscrito en el cielo.
Con el corazón agradecido por sor Alfonsa, por sus hermanas de comunidad y con ellas, pidamos al Señor el don de la humildad, de la sencillez. Un don precioso que lleva a comprender la sabiduría de Dios y transmitir su paz y consuelo a quienes están cansados y agobiados.
Hermanas benedictinas, familia de sor Alfonsa, hermanas y hermanos, que vuestros ojos se llenen de dicha viendo al Señor y reconociendo en Él al hijo del Padre enviado por el Espíritu Santo.
Sor Alfonsa renueva hoy su confianza en el amor de Dios, derramado en su corazón, y está invitada a pedir con una oración muy constante que llegue a buen término la vida benedictina que comenzó unida al Señor. Confíe que su constancia hará que Él inscriba su nombre en el cielo como ya lo ha hecho aquí en la tierra. Amén.