“Salió el sembrador a sembrar”
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Queridos participantes del XV Congreso de Regantes de España que se celebra en esta ocasión en León. Os felicito porque habéis querido comenzar en nuestra catedral, a los pies de Santa María, Nuestra Señora de la Asunción, Virgen del Camino, vuestro encuentro poniendo bajo su amparo vuestra unidad y el trabajo que desarrolla la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (FENACORE). Sin duda, ella como madre de Dios y de todos los hombres os acoge y acompaña.
En medio de la historia y las actuales circunstancias, el Señor ha estado grande con nosotros, todo lo ha hecho con sabiduría y estamos alegres. Él nos conduce a una tierra buena, fértil, como hemos escuchado en la primera lectura. Tierra de abundante agua y grandes cosechas.
Su promesa es siempre de futuro, un futuro prometedor contra los pronósticos de escasez y miseria. Un futuro en el que no solo tengamos lo necesario, sino que, además no escasee el pan ni nos falte de nada.
La promesa de abundancia que recibimos, sin estar exenta del esfuerzo y trabajo humano, tiene una advertencia que es justa: que no olvidemos al dador de todo bien, al Señor nuestro Dios, de tal modo que evitemos ser orgullosos y desagradecidos.
El trabajo de la tierra, con la bendición del agua es toda una simbología para hablar del tesoro de la fe, tal y como el Evangelio que hemos escuchado explica —salió el sembrador a sembrar— y como expresa el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios cuando recuerda cómo se planta la semilla de la fe y se riega, por medio de los hombres (Pablo y Apolo), siendo el crecimiento de la fe obra de Dios. Somos colaboradores de Dios en el sembrado del mundo y en el edificio de la Iglesia que peregrina en esta tierra.
En medio de vuestra vida personal y de vuestra tarea en las comunidades de regantes, aunque haya terrenos pedregosos, espinosos o áridos, podéis preparar vuestros corazones para que las semillas que esparce el sembrador, Cristo Jesús, encuentren buena tierra, serena, donde la Palabra del Señor echa raíces y va inspirándoos frutos de buenas actitudes, buenas palabras y buenas obras.
Que la abundancia de buenos frutos en vuestra vida y las riquezas de la fe colmen vuestras esperanzas y contribuyan a hacer crecer un mundo en el que se aprovechen y se cuiden convenientemente los recursos naturales, dones del Creador, para que haya alimento y bebida para todos los hombres y mujeres de la tierra, alejando los temores de la escasez y el hambre que algunos vaticinan para la humanidad.
Caminemos juntos con María, la Virgen del Camino, llenos de la esperanza que habéis venido a buscar a sus pies y que recibimos a través de ella, Cristo, su Hijo, el Resucitado, portador del agua viva y sembrador de la Buena Noticia. Amén.