2022 – III Domingo de Adviento: «Alegraos siempre en el Señor» | XVI Encuentro Nacional de Hermandades de la Sagrada Cena

III Domingo de Adviento: «Alegraos siempre en el Señor» | XVI Encuentro Nacional de Hermandades de la Sagrada Cena

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Hermanos, hermanas, celebramos el III Domingo de Adviento, “Domingo gaudete” (Domingo de la Alegría). La celebración del nacimiento del Hijo de Dios está cerca y eso debe llenarnos de alegría. Una alegría que se respire en el ambiente, que se palpe, que nos dé toda la fortaleza para afrontar las vicisitudes de la vida. Es un gran colofón para clausurar vuestro XVI Encuentro Nacional de Hermandades de la Sagrada Cena.

En la celebración de esta Eucaristía el lema de vuestro encuentro “Ego sum panis vivus” (Jn 6,51) se hace verdad superando con creces cualquier imagen, hasta la más fiel y bella que hayamos podido contemplar o imaginar.

Jesucristo alza el pan en la Última Cena para convertirse él mismo en pan de vida, que nos llena de cuanto necesitamos para peregrinar en este mundo hacia la vida nueva y eterna.

La Última y Sagrada Cena es expresión de la alegría de la salvación que el Redentor ha venido a traer a este mundo y nosotros necesitamos. Él llama a la puerta de nuestra existencia humana y espera paciente a que le abramos para entrar y cenar juntos. En la Cena, que siempre es cena de hermandad, se transforma la vida del ser humano de modo que Cristo va viviendo cada vez más en el corazón del creyente y, lavatorio por medio, se fomenta la caridad y la unidad con los hermanos.

Esto es también motivo para que vosotros, hermanos de las Hermandades de la Sagrada Cena, experimentéis gozo al escuchar al profeta Isaías cuando anuncia: «Se alegrarán el páramo y la estepa […]. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes […]. Volverán los rescatados del Señor, vendrán con cánticos: en cabeza alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría […]. Pena y aflicción se alejarán».

Un gozo semejante lo vamos consiguiendo con el don de la paciencia, como hemos escuchado en la carta del apóstol Santiago. Paciencia que va creciendo mientras trabajamos los duros trabajos del Evangelio, buena noticia para quienes somos pobres pecadores y para todos los hombres y mujeres que experimentan la pobreza física y espiritual que denigra al ser humano.

No preguntemos como Juan el Bautista. Él pudo dudar; nosotros sabemos que no tenemos que esperar a otro más que a Jesucristo, pan vivo que colma el hambre de la humanidad entera.

Que Santa María, Virgen de la Alegría y santa Marta, con su actitud de servicio, os guíen siempre hasta Jesucristo para encontrar la fuerza y el gozo que vienen de Él y nos sostienen en el camino de la vida que recorremos unidos a nuestros hermanos de fe con horizonte de eternidad, sobre todo cuando celebramos la Eucaristía.

Amén.