Queridos hermanos y hermanas:
¡Feliz Año Nuevo! Que todos experimentemos la bendición de Dios al comenzar 2022 y que nuestros propósitos estén repletos de realismo y esperanza.
En su mensaje para la 55 Jornada Mundial de la Paz del primer día de enero, el papa Francisco nos propone tres caminos para ser artesanos de paz: el diálogo entre las generaciones; la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo, y el trabajo digno y decente para una plena realización humana.
Todos podemos ser artesanos de paz involucrándonos personalmente. La construcción de un mundo pacífico ha de comenzar en el corazón de cada ser humano y en las relaciones familiares, eclesiales y sociales. Trabajemos por el “desarrollo humano integral”, que, como recuerda el Papa, fue el nuevo nombre que dio san Pablo VI al “camino de la paz”. Desterremos el pensamiento derrotista de una paz imposible que no depende de nosotros. Cada paso de paz y armonía que damos los discípulos misioneros de Jesús nos convierte en mensajeros y anunciadores de un mundo pacífico posible y creíble (cf Is 52,7).
El primero de los pasos que el Papa invita a dar es el del “diálogo entre generaciones”. Un diálogo que ha de ser sincero y basado en una confianza mutua, que fomente el hecho de “escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos”. Es un gran desafío que, encarado a través de la alianza entre los jóvenes, “continuadores de la historia”, y los mayores, “depositarios de la memoria”, dará frutos de paz “duradera y compartida”.
El segundo paso que extiende la paz es el de la “instrucción y la educación”, consideradas como una inversión y no como un gasto más. El papa Francisco contrapone la inversión educativa al gasto armamentístico, denunciando el aumento exorbitante de este último. Si interesa verdaderamente la paz, deberíamos poner más empeño y esfuerzo económico en la educación que en la compra de armas. El Papa propone acompañar el paso pacificador de la educación con un mayor compromiso para promover la cultura del cuidado. En estas circunstancias históricas, podemos convertir dicha cultura en camino de unidad.
El tercer paso que propone el papa Francisco para construir y mantener la paz, bajo su particular consideración de las relaciones sociales, es el del trabajo. El panorama laboral ha empeorado por el Covid-19, como sabemos, hasta llegar a tener consecuencias devastadoras. Máxime si tenemos en cuenta que el trabajo digno es una necesidad y un derecho universal que da sentido a la vida y ha de servir de vía de desarrollo humano y realización personal (cf LS 128). Urgen condiciones laborales decentes y dignas que propicien un desarrollo humano integral, un progreso en el camino de la paz.
Sigamos avanzando juntos como pueblo de Dios que busca la paz y trabaja por ella. No solo hacia fuera, sino también entre nosotros: si crecemos en comunión y sinodalidad, todos a una, estaremos ya dando pasos de paz en nuestras comunidades cada día del año nuevo. Y haremos brillar el rostro eclesial tal y como el Papa lo sueña y nos lo compartió cordialmente a los obispos durante nuestra reciente visita ad limina: pueblo de Dios en camino, pueblo del Dios de la paz.
Con mi afecto y bendición.
✠ Luis Ángel de las Heras, cmf
Obispo de León