Una sola fe, un solo amor, una sola esperanza
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Queridos hermanos y hermanas: somos peregrinos del Pueblo del Camino, la Iglesia de la comunión fraterna para la evangelización misionera y la misión samaritana. Hoy damos gracias a Dios por el don de esta peregrinación que simboliza la fase diocesana del proceso sinodal en el que se encuentra embarcada la Iglesia universal y, en comunión con ella, nuestra diócesis de León.
Hemos sido conscientes desde el 17 de octubre de 2021 de que esta “es la hora de todos” y “todos somos la sal de la tierra y la luz del mundo”. Estamos hoy aquí junto a la Virgen del Camino manifestando que no queremos que la sal se vuelva sosa ni que la luz se apague ni oculte. Durante este tramo sinodal nos hemos encontrado, nos hemos escuchado y hemos hecho el esfuerzo del discernimiento comunitario, tal y como nos propusimos.
Sin duda, los encuentros han sido sorprendentes, transformadores, reflejos del encuentro con Jesús que siempre ha de ser transformador.
Conocemos mejor la diversidad y riqueza de los hermanos, la inquietud por ser más partícipes y corresponsables, desde los más pequeños hasta los más mayores. Como laicos y laicas, personas consagradas y clérigos.
Toda esta riqueza la conocemos y agradecemos sin perder de vista que nos une el mismo Espíritu y tenemos las mismas metas que propone Pablo a los Filipenses: adquirir entrañas compasivas, manteniéndonos unánimes y concordes en un mismo amor y un mismo sentir; sin obrar por rivalidad ni ostentación; considerando con humildad a los demás superiores a nosotros; buscando todos el interés de los demás, no el propio (cf Flp 2,1-4).
¡Qué encuentros más gozosos los que se dan caminando y hasta corriendo juntos, en comunión fraterna, hacia estas metas!
La escucha ha sido y está siendo un don singular del Espíritu Santo en este tiempo. Ha ensanchado nuestra tienda diocesana del encuentro no sólo con la participación de los miembros del Pueblo de Dios, sino también con la de otros que han querido compartir sus inquietudes con nosotros. Tienda del encuentro que continúa ensanchándose por medio de una escucha activa con ecos de esperanza que llegan de muchas personas de buena voluntad.
Escucha activa que nos ayuda a reubicar ideas y opiniones, a descubrir la verdad y la fuerza de tantas propuestas, a dejar expresarse a quienes quieren hacerlo con libertad, sin que nadie interponga prejuicios ni acepciones personales, como hemos rezado tantas veces estos meses.
Escuchando tantas voces y mirando a los ojos de los hermanos, hemos abierto y seguiremos abriendo procesos de discernimiento. El Espíritu Santo debe tomar un mayor protagonismo en nuestras deliberaciones y acciones. Cuando somos conscientes de que “es la hora de todos”, recordamos que siempre es la hora del Espíritu que, como dice el evangelio de Juan, nos envía el Padre en nombre de Jesús y es quien nos enseña todo y nos recuerda las palabras de vida eterna del Señor y sus mandamientos, que son verdaderamente justos, más preciosos que el oro, más dulces que la miel (cf Sal 18).
Nosotros somos los que amamos al Señor y queremos guardar su palabra, acogiendo al Padre que nos ama y hace morada en nosotros con el Hijo y el Espíritu.
En este camino, hermanos y hermanas, recibimos la paz de Jesús, que Él nos da no como la da el mundo, para que no se turbe nuestro corazón ni se acobarde, sino que se parezca cada vez más al Suyo y al Corazón de la Madre.
La Virgen del Camino, reina y madre del Pueblo de Dios sinodal, fraterno, misionero, evangelizador y samaritano de la diócesis de León, que nos muestra a Jesús vivo y glorioso, nos ayude a peregrinar unidos con un solo corazón y una sola alma, siendo caritativos y solidarios con los hermanos que precisan acogida samaritana.
Caminemos juntos con María llenos de la esperanza cierta que hemos venido a buscar hoy y queremos vivir y testimoniar con todos los bautizados del mundo en esta nueva época de sínodo que es nombre de Iglesia. Amén.