2022 – Celebración de la reconciliación

“No nos cansemos de volver junto a nuestro padre”

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Sí, me levantaré. Volveré junto a mi Padre. nuestro Padre. No nos cansemos de volver junto al Padre mío y Padre nuestro.

Hoy la reconciliación personal y comunitaria o eclesial, la podemos resumir en “levantarnos y volver al Padre”. Es una decisión personal en la que caminamos a un tiempo para volver juntos a la casa paterna.

Él, que nunca se da por vencido hasta que no se disuelva el pecado y se supere el rechazo con la compasión y la misericordia (cf MV 9), nos aguarda alegre y con los brazos abiertos. Dejémonos reconciliar y enseñar cómo perdonar siendo nosotros perdonados.

Estamos invitados a encontrar el camino de vuelta desde el lugar de nuestro despilfarro del don de la comunión que se nos da, ante todo, en el amor y en la unidad de la Trinidad. Dios es comunión y nos enriquece con su comunión.

Alejarnos de la comunión, empecinarnos en soliloquios, distancias, rechazos, prejuicios, enfrentamientos, maledicencias o chismorreos es despreciar y no ser fieles a la comunión que el Padre alimenta en la casa paterna y familiar. Da igual que sea a distancia o en la misma casa, como el hermano mayor.

Nos levantaremos, buscaremos y encontraremos el camino de vuelta por medio de Cristo que nos reconcilia con el Padre en el Espíritu y nos une entre nosotros. Dios, uno y trino, nos envuelve en comunión a los que fueron lejos y a los que se quedaron, para bajar barreras y no conformarnos con las algarrobas de la división.

Sí, nos levantaremos. Volveremos junto al Padre. Estamos invitados a reconocer que hemos dilapidado los bienes bautismales de la participación y la corresponsabilidad.

Nos levantaremos de las actitudes particularistas, reservadas, excluyentes; de las comodidades y facilidades que son incompatibles con el bautismo.

Encontraremos el camino para tomar parte y dejar participar a otros hermanos y hermanas, incluso quienes están en los márgenes o se sienten fuera de la Iglesia y quieren pertenecer a ella.

Allí se dará la fiesta de la reconciliación con los que se marcharon lejos y con los que permanecieron cerca, sin rivalidad ni descarte.

Sí, nos levantaremos. Como hermanos capaces de comunión y participación en un banquete abierto; nos levantaremos, arrepentidos de haber derrochado energías sin ser discípulos misioneros.

Nos levantaremos de la omisión, de la pasividad, de la acedia, de la indiferencia, para encontrar el camino de la vuelta al Padre que nos envía a la dulce tarea de evangelizar aún en medio de lágrimas.

Volveremos a la casa paterna para recibir el abrazo del envío que nos reviste con el traje de la misericordia y el amor de Dios en medio de la familia humana, para dar razón del Evangelio que es vida. El Evangelio que necesitan las periferias de nuestro mundo y las que llevan tantos seres humanos en su corazón.

Me levanto, nos levantamos para anunciar la misericordia del Padre que nos da vida abundante a todos. No nos cansemos de volver junto a nuestro Padre.