✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Queridos hermanos y hermanas, damos gracias a Dios hoy por los aniversarios que, como nos han dicho ya, está celebrando Obras Misionales Pontificias, tomando conciencia de que caminamos “A hombros de gigantes”, gigantes de Dios. Agradecemos los dones de san Francisco Javier, el beato Paolo Manna y la beata Paulina Jaricot, junto con los 400 años de la Congregación de Propaganda Fide.
Es un día para recordar a nuestros misioneros y misioneras, colaboradores y voluntarios de Misiones en la diócesis de León, cuna de tantos hombres y mujeres llamados a la misión de anunciar el nombre de Jesucristo en muchos lugares lejanos.
Los gigantes de Dios que conmemoramos reflejan el rostro de sacerdotes, religiosos y laicos, hombres y mujeres, llamados a evangelizar, a dar a conocer el nombre de Jesús más allá de las propias fronteras, como hicieron los primeros cristianos, tal y como tenemos presente durante este tiempo de Pascua en la lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.
La obra evangelizadora llega a todos los rincones del orbe con el valor y la entrega de quienes, igual que Priscila y Áquila, explican con detalle el camino de Dios para dar testimonio verdadero de que Jesús es el Mesías.
De entre los nombres de estos gigantes de Dios que estamos evocando, quiero resaltar el de Paulina Jaricot, recién beatificada el pasado día 22 de este mes de mayo.
Paulina, laica y misionera, es un don para la Iglesia y para la humanidad. Contribuyendo a la extensión del soplo misionero del Espíritu Santo por el mundo entero, se convierte en modelo para los laicos que reciben la vocación misionera. El universo es pequeño para cualquier corazón inquieto por la misión y traspasa todas las fronteras, con el coraje de la fe. Por consiguiente, derriba muros, lucha contra la división y las guerras, contra la miseria que asola a tantas personas, para anunciar un orden nuevo que Jesús el Mesías ha venido a inaugurar.
Igual que santa Teresa de Lisieux, patrona de las misiones, la beata Paulina es capaz de llegar a los confines de la tierra sin ir lejos de su casa.
Alentados por las palabras del evangelio de san Juan, pedimos con fe confiada a Dios Padre, en nombre de Jesús, que envíe nuevos evangelizadores. Evangelizadores presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y laicos.
Pedimos también al Padre que nos conceda la gracia de tener presentes en nuestras vidas acomodadas los desafíos de la misión desde León. Seamos solidarios con las obras misionales y oremos por ellas tomando cada vez más conciencia de que esta causa es la de Dios para salvar a la humanidad herida.
Que san Isidoro interceda, junto a santa Teresa del Niño Jesús, san Francisco Javier, el beato Paolo y la beata Paulina por la obra misionera de la Iglesia en el mundo entero. Amén.