Agradecemos caminar juntos tras las huellas de Jesús Obrero
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Queridos hermanos y hermanas: Somos peregrinos del Pueblo del Camino, la Iglesia de la comunión. Hoy damos gracias a Dios por el don de Dios a su Iglesia en la HOAC. Hombres y mujeres que continúan el camino, unidos al resto del Pueblo de Dios, comprometidos en el mundo del trabajo, tras las huellas de Jesús Obrero.
La memoria agradecida que celebramos hoy nos ha de impulsar en el presente y hacer pensar en el futuro con esperanza. La Iglesia y el mundo del trabajo están unidas por la historia, muy singularmente a través de la HOAC, sus militantes y otras personas comprometidas en el campo de honor del trabajo, y continuarán unidas de modos diversos, con acciones diferentes, que respondan al mismo espíritu que reflejan estos 75 años.
Tenemos mil motivos para dar gracias al Señor que recuerda siempre su alianza y no nos abandona nunca.
Por eso hoy podemos decir con el apóstol Pedro: «Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que, en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva» (1ª Pe 1,3). Esta esperanza viva ha llegado por medio de la HOAC al mundo obrero y del trabajo.
Más aún, en medio de las adversidades e injusticias laborales, allí los militantes habéis anunciado la buena noticia de que la fuerza de Dios custodia a cada persona y, en consecuencia, es posible alegrarse, aunque haya sufrimiento inmediato. Porque para el Señor nuestra fe es de más valor que el oro. Y, como dice el apóstol Pedro, la fe que hemos recibido nos permite amar a Jesucristo, creer en él y alegrarnos en él, sin haberle visto, alcanzando la meta de nuestra salvación comunitaria. Nadie se salva solo.
Una salvación que, como afirma D. Eugenio Merino, sigue abriéndose paso hacia el final de los tiempos, porque “el Cristo completo sigue muriendo en la Iglesia, en los miembros, hasta la consumación de los siglos”.
Hasta llegar a la meta, hasta heredar la vida eterna, tenemos que responder a la llamada de Jesús para vender todo. Es decir, para dejar de poseer, de ser dueños, de poner nuestra confianza en lo material o en el apego a los propios criterios. Así cada uno descubrirá que “lo más importante ha de ser el término, que es su vida [la vida de Cristo] en nosotros”, como también afirma el primer consiliario nacional de la HOAC.
Hermanos y hermanas, nuestra vida cristiana es para todos. Tiene que ser como la de los apóstoles, decía nuestro D. Eugenio. Quien también nos advierte que “Aquel mandamiento nuevo [del amor] es imposible donde no hay oración anhelante con Cristo, sacrificio y celo abnegado con Cristo, caridad, en fin, sobrenatural para todos y cada uno de los vivientes en Cristo”.
Nuestra acción de gracias nos compromete a vender todo aquello que nos aleja de Jesús Obrero en el mundo del trabajo. Agradecidos, tengamos a Jesús delante de los ojos, del corazón y de las manos como modelo de vida, como inspirador de nuestros sentimientos y de nuestras obras. Así, vivirá Cristo en nosotros y en el mundo del trabajo y de los trabajadores y nosotros viviremos en Cristo.
Con la misma gratitud, prosigamos la senda acompañados y alentados por la Virgen del Camino, madre de los pobres y de todo el Pueblo de Dios sinodal, fraterno, misionero, evangelizador y samaritano que peregrina en la diócesis de León desde hace tantos siglos y hoy celebra con gratitud esta historia del 75 aniversario de la HOAC.