✠ Luis Ángel de las Heras, cmf
Obispo de León
Queridos hermanos y hermanas, un saludo cordial y mi felicitación por esta fiesta de la Virgen del Villar en el martes de Pentecostés y en tiempo de pandemia… El Espíritu Santo siempre viene en ayuda de nuestra debilidad.
Unís a la Virgen María y al Espíritu como fue en el principio y tiene que ser. La Madre de Jesús permaneció con el primer grupo de discípulos alentando con su amor los comienzos de la primera comunidad cristiana, de la primitiva Iglesia. Esta comunidad es modelo de oración unánime.
La Virgen María está llena del Espíritu Santo. Dios la enriqueció con los dones del Espíritu. Ella que en la Encarnación fue cubierta con la sombra del Espíritu Santo, en Pentecostés es colmada de gracia por Dios en el momento en el que nace el nuevo pueblo de Dios.
Así, María es modelo de oración esperanzada y en común, oración eclesial. Orando con los apóstoles espera y recibe el Espíritu prometido por Cristo Resucitado. Así también es modelo de concordia, de comunión, de paz, de escucha de la voz del Espíritu, de atención y vigilancia y de comunicación de la alegría de Dios para la humanidad.
En nuestra vida, sea cual sea nuestra circunstancia personal, pero todos en este momento difícil para la humanidad entera, necesitamos aprender a vivir según el Espíritu. Necesitamos aprender a amar. Necesitamos aprender a creer y a esperar. Con nuestra Madre, la Virgen María, y como ella.
Por eso hoy, con nuestra fe balbuciente, aunque no podemos celebrar romería ni procesión como quisiéramos, sí podemos orar: “Ven Espíritu Santo y libéranos del miedo interior. Ven Espíritu Santo y libéranos de la desorientación. Ven Espíritu Santo y libéranos de la penumbra interior. Ven Espíritu Santo y enséñanos a vivir con valentía. Ven Espíritu Santo y enséñanos a amar. Ven Espíritu Santo y enséñanos a creer y a esperar”.
A todos nos dice Jesús lo que un día dijo a sus discípulos: «Recibid el Espíritu Santo». Su Espíritu enriquece nuestra pobreza, alienta nuestra fe, sobre todo si es débil, nos sostiene en estos momentos y nos sale al encuentro por caminos que solo Él conoce. Dejémonos sorprender.
Unidos en oración con María, Madre de Jesús y Madre nuestra, celebramos la presencia permanente del Espíritu Santo que viene en nuestra ayuda concediéndonos lo que necesitamos y más nos conviene para vivir en cristiano, amar con obras de misericordia y creer con alegría y esperanza. Amén.