2021 febrero – «Contagiar solidaridad fraterna»

 En medio de la pandemia, la crueldad del hambre en el mundo nos desafía aún más que otras veces. Las situaciones de sufrimiento de la humanidad se vienen extendiendo e incrementando desde hace un año, con una incidencia peculiar en los lugares y en los hogares donde el hambre es una zozobra cotidiana. No cabe sino liberar el lastre de la indiferencia y comprometernos en mayor medida —nunca será suficiente—, conscientes de nuestra ineludible responsabilidad humana y cristiana.

     Para afrontar este serio reto, la campaña 62 de MANOS UNIDAS 2021 nos exhorta a considerar la “corresponsabilidad del bien común”. Un logro que debe ser fruto del acuerdo y el entendimiento entre todos. Le han de acompañar un cambio de mentalidad, nuevas decisiones y hechos que hagan creíbles las metas propuestas. En consecuencia, se hace imprescindible e inaplazable una solidaridad encaminada al bien común. Una solidaridad que en esta crisis sanitaria mundial del COVID-19 ha emergido con fuerza sin que deban eclipsarla noticias de actitudes egoístas que también se dan y es preciso denunciar y desterrar.

“Contagia solidaridad para acabar con el hambre” es el lema de la Jornada Nacional de MANOS UNIDAS 2021 que celebramos el 14 de febrero. Sabemos que es posible acabar con el hambre en el mundo y los esfuerzos solidarios nos dan esperanza para conseguirlo. Los cristianos vamos más lejos contagiando solidaridad con mirada, corazón y manos de fraternidad. Son la mirada, el corazón y las manos de Jesucristo. Son el Evangelio que se hace vida sin componendas ni excusas. Nuestra impronta es contagiar solidaridad de hermanos en Cristo.

     El hambre en el mundo, como otras desgracias, injusticias y males, nos moviliza cuando lo experimentamos cerca, cuando les sucede a “los nuestros” y, por supuesto, a nosotros mismos. No se trata solo de reconocer “de palabra” que para un cristiano el hambre lo padecen muchos hermanos. Se trata de creerlo, sentirlo y actuar en consecuencia. Contagiar solidaridad para nosotros va intrínsecamente unido a la fraternidad y supone un paso serio hacia su universalidad.

     Hacer propio el problema del hambre en el mundo es lo que nos evita pasar de largo ante esta injusticia que deja a tantos hermanos al borde del camino, solos a su suerte o esperando la muerte. Hacer propio el problema del hambre en el mundo es lo que nos hace detenernos, compadecernos y solidarizarnos con los hermanos que lo sufren, actuar para aliviar su angustia, subirlos a la cabalgadura de nuestra mente y corazón y llevarlos a la posada de la oración y el amor fraterno para que dejen de padecer. Así una y otra vez hasta que todos tengamos una vida digna; como Dios ha querido siempre para sus hijos e hijas que, orando al mismo Padre, se saben y sienten hermanos y hermanas. El Señor es la defensa de nuestras vidas y de las vidas de nuestros hermanos.

     MANOS UNIDAS nos acerca a quienes están físicamente distantes y nos indica cómo levantar la vista para hacer nuestros sus problemas derribando fronteras. Soñemos juntos, con los de lejos y con los de cerca, para alcanzar un futuro sin hambre en el mundo. Hagámoslo con un saludable contagio de solidaridad fraterna. Un contagio que incremente los cuidados fraternales desde el amor y la esperanza en Cristo, alimento de vida, en quien todos somos hermanos, hijos amados y cuidados por Dios Padre.

✠ Luis Ángel de las Heras, cmf
Obispo de León