2021 – Bienaventurada Virgen María de los Dolores bajo la Advocación del Camino. Patrona de la Región Leonesa

Solemnidad de la Bienaventurada Virgen María de los Dolores bajo la Advocación del Camino. Patrona de la Región Leonesa

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Querido P. Manuel, hermanos dominicos y sacerdotes concelebrantes, corporaciones del ayuntamiento de León, la diputación provincial y los ayuntamientos del voto. Queridos hermanos y hermanas.

Damos gracias a Dios por poder celebrar hoy la Eucaristía en esta basílica de la Bienaventurada Virgen María de los Dolores bajo la advocación del Camino, patrona de la región leonesa.

La Virgen del Camino hace del pueblo de Dios que peregrina en la diócesis de León el pueblo del camino. Este es el pueblo de Dios formado por los discípulos misioneros de Jesús que caminan juntos. Sabernos y sentirnos pueblo del camino, pueblo unido, nos ayuda en nuestra peregrinación sujeta a los avatares de la historia con la meta de la Ciudad Nueva, la Jerusalén celestial. Como pueblo del camino recorremos sendas de gozo y de dolor. Damos gracias al Señor por los motivos de alegría y ponemos en manos de Nuestra Señora del Camino la acción de gracias de este año, por las luces que aparecen en medio de las oscuridades de nuestro mundo y de este momento histórico.

De igual modo, confiamos a la Madre de este pueblo del camino nuestros pesares, temores e incertidumbres. Nos presentamos ante ella necesitados de paciencia, consuelo, esperanza y alegría de vivir.

La Madre Dolorosa que sostiene en su regazo muerto al que es la vida, es quien mejor comprende el dolor humano y quien mejor puede mostrar, con ojos lacrimosos y misericordiosos, la senda de la fe en la victoria sobre el sufrimiento e incluso sobre la muerte, el último enemigo vencido. El Crucificado-Resucitado es la auténtica esperanza de la humanidad.

Así nos reconocemos, mirando a la Virgen del Camino y mirados por Ella, como “estirpe que bendijo y bendice el Señor”. Estirpe que, como pueblo del camino con los ojos fijos en el Señor quiere llegar a la tierra de la promesa.

A los pies de la Madre, con la confianza de hijos tal y como la hemos recibido junto a la cruz de Jesús, la Virgen del Camino señala a Jesucristo que nos ha puesto un traje de salvación muriendo por nosotros en el madero santo. Ella invita a contemplar al injustamente crucificado que nos envuelve en un manto de justicia, e igualmente a acoger en nuestro corazón a tantos hermanos injustamente crucificados, también en estos tiempos. De ese modo germinará la justicia que ya está sembrada, pero todavía ha de brotar ante todos los pueblos con el propósito firme de acercarnos al Reino de Dios, Ciudad Nueva, Tierra prometida.

Nos sabemos salvados por la misericordia y la ternura que Dios ha derramado sobre los hombres. Esa ternura misericordiosa que muestra espléndidamente la imagen de la Virgen del Camino en la que contemplamos a la Dolorosa y al varón de dolores, Cristo, que aprendió sufriendo a obedecer y es autor de salvación eterna, como dice la carta a los hebreos.

Él es la roca y el baluarte en el que nos refugiamos y salvamos. En sus manos están nuestros azares. En su cuerpo desfigurado, piadosamente recogido por su Madre y nuestra Madre, encontramos cuanto busca y necesita esta porción del pueblo de Dios a la que da nombre la “reina y madre del pueblo leonés”, que es reina y madre del pueblo del camino, de los hombres y mujeres que hacen la ofrenda de mantener y cultivar con fe y amor los dones de fortaleza, paciencia, consuelo, esperanza y alegría de vivir que anhelamos y recibimos en estos tiempos y en estas tierras.

Virgen del Camino, ponemos nuestra confianza filial en tu mediación luminosa porque eres nuestra reina y madre, Madre del Salvador, Madre Dolorosa, Madre de la Esperanza.

Amén.