Liturgia Dominical – «MAESTRO, QUE PUEDA VER»

Mons. José Manuel del Río Carrasco – (Diario de León, 26/10/2024)

Por boca de Jeremías el Señor anunciaba la sanación, el regocijo de la salvación: “Alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo. En él hay ciegos y cojos. Una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua por un camino llano en que no tropezarán”.

Ese camino es Jesús que se dirige a su destino para quitar todo obstáculo en el encuentro con Dios, con su verdad y su salvación. Hoy pasa por Jericó camino de Jerusalén, donde consumará su obra. Lo acompaña un tropel. Un personaje aparece hoy en el relato evangélico. No va por ese camino, está al margen, junto a él, no pertenece al tropel. Está ciego y es mendigo. No puede ver ni valerse por sí mismo, se limita a pedir a la vera del camino por donde los demás pasan. Aquel día siente pasar más gente que de costumbre y pregunta el por qué “Al oír que pasaba Jesús Nazareno empezó a gritar: Hijo de David, ten compasión de mí. Muchos le regañaban para que se callara.” Jesús lo escuchó. Y frente a toda pretensión de sus acompañantes, que querían reducirlo al silencio, él se detuvo y lo mandó llamar. Aquel pobre ciego no lo había llamado simplemente reclamando su atención. Lo había invocado como “Hijo de David”, ese Mesías prometido por Dios que daría luz a los ciegos y libraría a los pobres de toda opresión.

El diálogo entre Jesús y el ciego es breve pero fascinante. El Señor le pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro, que pueda ver. Y Jesús se limitó a decir: Anda, tu fe te ha curado”. Aquel hombre ya podía ver y andar por su cuenta, pero ¿dónde ir? Y demostró cómo había sanado Jesús su propio mirar. ¡Me voy con Jesús! Y se puso a seguirlo por el camino, aquel que llevaba a Jerusalén. Aquel que todo discípulo ha de recorrer si quiere estar unido a Jesús. La oración del ciego es hoy nuestra oración: pedir la luz de la fe para entender ese camino, ese sentido de la vida que nos hace cristianos.