Liturgia Dominical – LA RAZÓN DE NUESTRA VIDA: AMAR

D. Florentino Alonso Alonso – (Diario de León, 02/11/2024)

La liturgia del domingo ha de ponernos en comunicación con el Señor y con su Palabra y orientar nuestra vida hacia aquello que es fundamental: el amor a Dios y a los hermanos. Dicen las lecturas: «Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón» (cf. Dt 6,2-6). «Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador…» (cf. Sal 17). El Señor es el fundamento de nuestra vida. Y Jesús añade inmediatamente: «El segundo (mandamiento) es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que éstos»; y felicita al escriba porque dijo que «amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios» (cf. Mc 12,28b-34).

Lo único que vale ante Dios es el amor. ¡Mucho más valioso que los sacrificios levíticos! No hay excusas que valgan: si no amas no eres de Dios. Y esto supone renuncia y sacrificio. El amor es el gran sacrificio, porque amar significa desgastar la propia vida gratuitamente como Cristo. Esta es la enseñanza de la Carta a los Hebreos que leemos en estos últimos domingos y nos sirve de suprema lección. No valen las buenas palabras (cf. Heb 7,23-28). Ser creyentes supone tener claro que el amor a Dios es lo fundamental. Si vivimos con profundo amor a Dios, relativizaremos muchas cosas que nos preocupan o angustian y descubriremos que somos objeto de un amor infinito que nos da fortaleza para afrontar la dureza y pruebas de la vida. Pero este amor a Dios no es suficiente si no se refleja en el amor al prójimo. A ejemplo de Cristo, estamos llamados a demostrar el amor a Dios atendiendo con solicitud amorosa a nuestros hermanos los hombres. Un amor de corazón, un amor que se traduce en una verdadera preocupación por los demás. Dejemos que el amor de Dios penetre hasta lo más profundo de nuestro ser para caminar en amor y repartir amor.