Cada día su afán – NO HAY DOS GOTAS IGUALES

D. José-Román Flecha Andrés – (Diario de León, 21/09/2024)

El día 4 de septiembre en la catedral de Yakarta, el papa Francisco celebró un encuentro con los obispos sacerdotes y religiosos de Indonesia. El lema elegido para esta visita papal incluía estas tres palabras: Fe, Fraternidad y Conversión.

Pues bien, al referirse a la fraternidad, el Papa se refirió a una poetisa del siglo XX que ha usado una expresión muy bella para describir esta actitud. En efecto, ha escrito que ser hermanos quiere decir amarse, reconocerse “diversos como dos gotas de agua”.

Aunque no citó el nombre de la poetisa, se estaba refiriendo a Maria Wisława Anna Szymborska, una escritora polaca, nacida el 2 de julio de 1923 y fallecida en Cracovia, el día 1 de febrero de 2012. Como se sabe, le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura el año 1996.

Evidentemente, el Papa estaba citando el famoso poema titulado “Nada ocurre dos veces”. A primera vista, alguna de sus estrofas nos recuerda el lema con el que se suele resumir la doctrina del filosofo Heráclito, según el cual nunca nos bañamos en el mismo río, porque todo fluye, todo cambia y desaparece.

Según la poetisa, “nada ocurre dos veces y nunca ocurrirá. Nacimos sin experiencia, moriremos sin rutina”. Ella ha podido asegurar que “ningún día se repite, no hay dos noches iguales, dos besos que se dieran lo mismo, dos miradas en los mismos ojos”.

Tras algunas preguntas que nos invitan a reflexionar sobre nosotros mismos, sobre nuestros encuentros con otras personas, sobre la fugacidad y caducidad de la vida, escribe en la última estrofa del poema: “Sonrientes, abrazados, intentemos encontrarnos, aunque seamos distintos como dos gotas de agua”.

El Papa reconoció que es así. No hay dos gotas de agua que sean iguales. Por lo que interesaba a su discurso, podía subrayar que no hay dos hermanos completamente idénticos, aunque sean gemelos. ¿Cómo insertar esta conciencia de la diversidad de las personas en el ideal y el proyecto de la fraternidad?

La pregunta sugiere una respuesta, que incluye un compromiso y una responsabilidad.   Vivir la fraternidad quiere decir aprender a acogerse mutuamente. Es preciso reconocernos como iguales, a pesar de la diversidad. Somos iguales en el “ser”, aunque seamos diversos en el “ser así”. Iguales en dignidad y diversos en nuestro talante, en nuestros sueños e ideales.

Somos hermanos, pero no es fácil vivir como hermanos. O, si se prefiere, es difícil vivir como hermanos, pero somos hermanos. La fraternidad es un don gratuito. Pero, al mismo tiempo, es una tarea dinámica que requiere responsabilidad, respeto, delicadeza y una invencible e incansable esperanza.